sábado, 28 de diciembre de 2013

Nunca he sido valiente. Ni siquiera cuando de pequeña me sentí mas perdida que nunca. Ni en ese momento de mi vida. Me dejé atrapar por los sentimientos de los demás. Sigo haciéndolo, sigo pensando en los demás más que en mi propia persona. Pero no soy cobarde. No me considero así, porque el concepto de valentía es muy amplio. Para algunos es encararse al mundo y demostrarle que es capaz de hacer todo tipo de cosas, para otros, en cambio es algo más sencillo. Es levantarte por la mañana y sentir que respiras aunque por la noche haya momentos que en el ahogo pierdas esa sensación. Es mirarte al espejo y reconocer parte de lo que fuiste o de lo que serás. Hacer pequeñas cosas que te llenan a ratitos, no es conformismo.Es sobrevivir. Cuando una cabeza está llena de sueños, de ideas y proyectos el no realizarlos de una forma inmediata es una decepción, un fracaso. Es por eso que hay que intentar dosificar esas metas. Existen dos bandos, los que cumplen todos sus sueños y los que viven eternamente en ellos. ¿Quién determina cuál es el adecuado?. Nadie, excepto uno mismo tiene el derecho de juzgarse, de decidir en que en lado vivir. Es por eso que en este año que a pocos días de comenzar su reinado, y digo esto porque un año nuevo es como un regencia que dará la oportunidad a algunos y se las quitará a otros. Hará felices a millones de personas pero también desgraciadas a otras..... no quiero ser valiente. Quiero ser yo. En el concepto más amplio de la palabra. Y mi reinado consistirá en mirarme un día y otro y otro. Reconocerme. Explorarme. Estudiarme. Conocerme.
 

Nacemos inocentes sin saber que algún día esa inocencia desaparecerá. Esa magia que hace que todo sea insignificante a la vez que grandioso. En una edad que no nos paramos a pensar en nada, solo disfrutamos; perdemos el tiempo. Y cuando, nos hacemos adultos esa pérdida de tiempo nos parece una pérdida de vida, cuando es al revés ya que es la única manera de disfrutarla. La inocencia se transforma entonces en todo lo contrario, en culpabilidad. Por dedicarnos una tarde a no hacer nada, por jugar con nuestros hijos y no estar trabajando. Ni siquiera nos permitimos ese "lujo" de no pensar en algo. Sin mirar el móvil, sin llamar ni hablar con nadie. Disfrutando solo de nuestra soledad. Te paras y te preguntas. ¿En qué momento perdí esa inocencia?¿Cuándo se me escapó?. Lo único que tienes claro es que quieres recuperarla, quieres volver a sentir la tranquilidad del sueño, la paz del descanso. Y piensas.... ya es tarde, ya no existe en tu vida . Le has hecho demasiado hueco a la tristeza, a la ira, al desengaño o a la agonía. es tan grande la necesidad de contagiarte emocionalmente de los demás..... de proyectar en ellos tu propia vida, pero y si estás a tiempo y si en medio de esta neurosis cabe la pasión. Porque vivir sin ella es como vivir sin alma y eso es prácticamente imposible. Preocupados siempre por el reconocimiento social más que por el crecimiento personal. Por eso es el momento de VIVIR con mayúsculas. Levantarte con la necesidad imperiosa de lograr tus sueños, recuperar esa inocencia que no es ni más ni menos que la carencia de culpabilidad.
Paciencia es sufrir en silencio. Paciencia es la virtud de dejar escapar un sueño. Paciencia es no pertenecer a algo. Paciencia es elegir entre la razón y el corazón. Paciencia es dividir tu alma en mil pedazos y escoger lo que menos te duele. Paciencia es mendigar un beso, una caricia, es no mirar atrás, no pensar. Paciencia es mirar al horizonte y saber que hay algo más. Es no saber si es eterno o efímero, si es demasiado o poco. Es no saber si girar a la derecha o a la izquierda . Es centrarte en un punto y continuar. Es vivir sin respirar a veces pero con un aliento de esperanza. Paciencia en cerrar los ojos y dejarte llevar. Paciencia es..... la vida misma.