La verdad y la mentira se encuentran cada vez más a diario. A la primera no le suele ir muy bien últimamente , son tiempos difíciles para ella.
Salí a pasear y me encontré con una persona que ofrecía verdades. Me detuve por un momento, retrocedí. Al final no puede resistirme. Me sorprendió la variedad que existe, la que nos conviene a ratos, la que nunca decimos, la que olvidamos, la que simplemente obviamos por no enfrentarnos a ella.
Yo, decidida. Opté por la absoluta y poderosa, a la que siempre defendería.
Pero tenía que pagar un precio: No podría mentir jamás, pero sobretodo a mí misma. Ahí me detuve, ¿Nunca? ¿Ni tan siquiera una pequeña mentira piadosa para poder sobrevivir?
Decidí seguir mi camino tal y como tenía pensado esa tarde. Aún me quedaban muchos momentos para engañarme, para no enfrentarme a la verdad.
Por Mónica Escribano Prieto.
