viernes, 20 de enero de 2012

En el cajón de los recuerdos

Había guardado todo y cada uno de ellos, para que no se me olvidaran los veía y leía a diario. Fotos de mi infancia, de mi primer amor, de mis hijos, nietos y amigos. Me sentía como una universitaria preparándose un examen. Había días que se me escapaban, era una lucha constante por no borrarlos, la supervivencia de la memoria que poco a poco se desvanecía. En aquel cuarto, en ese cajón, bajo llave; los guardé con el miedo a que alguien mientras yo no me acordaba de quién era me los tirara a la basura, me los destruyera. Para ellos ya no eran importantes, para mí, mi sustento de vida. Hasta que un día en esa batalla contra la cordura me olvidé de dónde los guardaba, no encontraba ese cajón. Era el final, había llegado. La enfermedad me había derrotado. El único consuelo fue que nunca sabría si los habían destruido, en mi mente estarían allí de por vida.